La zona levantina y especialmente la Costa Blanca sigue suscitando gran interés por parte de los inversores internacionales. Esta demanda global viene dada por los principales atractivos de nuestro país que nos llevan año tras año a consolidarnos como destino vacacional. E ineludiblemente, son muchos los visitantes que, basados en sus experiencias satisfactorias, deciden en el corto y medio plazo disfrutar de todas nuestras ventajas a tiempo completo.
Según un estudio publicado por la Cámara de Comercio de Alicante, durante el año pasado nuestra provincia recibió la visita de más de 4,5 millones de turistas extranjeros, lo que supone un incremento del 2,8% con respecto al año anterior. Es más, según datos del Instituto de Estudios Turísticos, estos realizaron un gasto superior a los 3,9 millones de euros, lo que redunda no sólo en el incremento paulatino desde el punto de vista cuantitativo sino también cualitativo. A estos efectos, cabe destacar que el tímido descenso del turismo británico se ha compensado con el incremento de turistas procedentes de Alemania, Francia, Holanda, Bélgica, Rusia y los países nórdicos entre otros.
Así, el perfil del comprador, está prácticamente dividido en dos: nacionales y extranjeros. De estos últimos, destacan los ingleses (para los que la demanda ha crecido un 4,6%), franceses, alemanes, belgas y suecos, que son los principales compradores europeos que –sumados al creciente interés de los chinos– ponen su punto de mira en la Costa Blanca a la hora de adquirir una segunda residencia, sobre todo en las poblaciones del litoral como Orihuela Costa, Torrevieja, Benidorm, Finestrat, Jávea, y Denia, así como en grandes ciudades como Alicante y Elche.
A pesar de la diversidad geográfica, un punto en común entre ambos públicos –nacionales e internacionales– según mi experiencia, es la demanda de mayores índices de calidad y excelencia en los servicios inmobiliarios.
Nuestra calidad de vida, los servicios públicos y privados de calidad, el extenso y diverso sistema de comunicaciones y, principalmente, las extraordinarias bondades de nuestra zona ayudan al sector inmobiliario a seguir ofreciendo oportunidades de futuro. Éstas se apoyan en la mejora de las condiciones financieras y la seguridad jurídica que ofrece nuestro sector económico, uno de los principales motores del mercado y la sociedad alicantina.
Por lo que a nuestro sector se refiere, la inversión en construcción continua su recuperación tanto desde el punto de vista residencial como no residencial. Tanto es así que se incrementa la expedición de visados de obra nueva residencial y los certificados de final de obra. Además, se acorta la diferencia entre ambos parámetros, de lo que se extrae un indicio importante que repercute en un ajuste paulatino del sector.
Adicionalmente, según las estadísticas notariales, las transmisiones de viviendas continúan su tendencia alcista, principalmente derivadas de la población extranjera, responsable de más del 50% de las compraventas inmobiliarias. Propensiones que se confirman al observar que el número de transacciones realizadas en 2015 en la provincia de Alicante fue de 26.863, situándose en tercera posición sólo por detrás de Madrid y Barcelona.
El mercado inmobiliario repunta como motor de la economía ya que genera mayores puestos de trabajo, mejorando relativamente la calidad de vida de las familias alicantinas. Sirvan como ejemplo los datos que indican que en 2015 el sector alcanzó los 204.000 empleos, 90.000 de los cuales fueron directos y 114.000 indirectos.
Adicionalmente, la apertura del crédito por parte de las entidades bancarias y la estabilidad que poco a poco se está instaurando en la economía, hacen que tengamos expectativas muy positivas con respecto al crecimiento del sector inmobiliario en esta zona, esperando un aumento de las transacciones en los próximos semestres que ayudarán a fomentar la demanda interna.
No obstante, desde mi punto de vista, las claves para conseguir y mantener el éxito en el mercado inmobiliario son:
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